EL proyecto SETI y las Comunicaciones Interestelares

COMUNICACIONES INTERESTELARES

La pregunta que nos planteamos es ¿Existe vida extraterrestre? ¿Es esa posible vida extraterrestre inteligente? ¿Son esas inteligencias extraterrestres grandes civilizaciones que pudiéramos detectar en el espacio desde la Tierra con nuestros instrumentos ópticos y de radioastronomía?.

La búsqueda de inteligencia extraterrestre, SETI por sus siglas en inglés, es una disciplina científica. Que quede esto claro. Pero también forma parte del misterio porque hasta la fecha y pesar de los esfuerzos realizados, y del dinero gastado, no se ha encontrado evidencia alguna sólida de la existencia de vida extraterrestre, y menos aún de civilizaciones o incluso supercivilizaciones extraterrestres.

Y esta es la triste realidad. No hay nada. Prácticamente no tenemos nada. Y este lamentable estado de cosas se resume perfectamente en la paradoja de Fermi.

PARADOJA DE FERMI

La paradoja de Fermi cuestiona por qué, en un universo vasto con miles de millones de galaxias, estrellas y planetas potencialmente habitables, no hemos detectado señales claras de vida extraterrestre. Formulada por el físico Enrico Fermi, la paradoja surge de la contradicción entre la alta probabilidad estadística de civilizaciones avanzadas y la ausencia de evidencia concreta.

El razonamiento parte de la enorme escala del cosmos y de factores como la edad del universo, que debería permitir el surgimiento de muchas civilizaciones capaces de colonizar la galaxia. Sin embargo, no hay rastros de su existencia, como señales de radio, artefactos o visitas.

Pero fijaros lo potente que es el razonamiento: En el universo observable se nos dice que hay unos 100.000 millones de galaxias aunque la cifra bien pudiera ser el doble.

Pero además, el porcentaje que representa el universo observable sobre el universo total es muy incierto porque no sabemos si el universo es infinito o simplemente muchísimo más grande que lo que podemos observar. Sin embargo, según las teorías actuales de la cosmología, el universo observable podría ser solo una fracción minúscula del universo completo.

Según algunas teorías el universo observable representaría menos del 0.0001% del total. Vamos a ser conservadores. Nos centramos en el universo observable y nos olvidamos de todos los demás. Suponemos que hay 100.000 millones de galaxias y no el doble.

Vamos a suponer además sólo hay una, solo una civilización muy avanzada tecnológicamente que pudiera viajar por el universo por cada galaxia. Eso suponen 100.000 millones de civilizaciones. Eso son muchas civilizaciones. Por apartados que estemos e insignificantes y minúsculos que seamos, ya deberíamos haber contactado. Esto son unos números muy conservadores y hasta la fecha no hemos contactado con nadie.

LA ASTRONOMÍA VIENE EN NUESTRA AYUDA

La búsqueda de inteligencia extraterrestre hemos dicho que es una disciplina científica. Es un problema bastante difícil. La búsqueda de civilizaciones extraterrestres está íntimamente ligada a los principales problemas de la astrofísica moderna.

La expansión del hombre hacia el espacio exterior condujo a un rápido desarrollo de nuevas ramas de la ciencia y la tecnología. Una de estas nuevas disciplinas es la exobiología, una ciencia que estudia el origen y la evolución de la vida en condiciones extraterrestres.

Uno de los problemas fundamentales de la exobiología es puramente astronómico: ¿Cuál es la probabilidad de que una estrella individual esté rodeada de planetas con condiciones propicias para la vida? En otras palabras, la tarea principal es encontrar la probabilidad de existencia de un planeta con una masa no radicalmente diferente de la masa de la Tierra, con parámetros de rotación axial adecuados y una atmósfera que se encuentre en la «zona de calor propicia para la vida», es decir, no demasiado lejos de la estrella para que esté permanentemente congelada pero tampoco demasiado cerca de ella para que la superficie se queme.

Por otra parte tenemos el problema de la evolución de sociedades inteligentes fuera de la Tierra, el problema de las civilizaciones extraterrestres. Podemos definir una nueva disciplina científica, interesada en el estudio de sociedades hasta ahora no descubiertas, utilizaríamos el término «exosociología» para esta disciplina, por analogía con la exobiología.

A pesar de la enorme cantidad de información acumulada por la astrofísica y la radioastronomía modernas, hasta ahora no se ha detectado ninguna señal de este tipo. Si tenemos en cuenta que la mayoría de los descubrimientos son completamente accidentales y ocurren generalmente cuando menos se los espera, no hay motivos para el optimismo excesivo a este respecto. Es difícil decir cuáles son las razones exactas.

Por lo tanto, no exageramos si decimos que el éxito de la exobiología en la solución de su problema fundamental -dilucidar la posibilidad de que la vida se originara en ciertas condiciones- depende en gran medida del nivel de nuestra tecnología espacial.

No menos complejo e igualmente lejos de solución es el problema de la probabilidad de evolución de la vida desde el comienzo de las formas de vida más primitivas hasta los seres inteligentes. Las diversas opiniones aquí cubren nuevamente un amplio espectro, que va desde la sugerencia extrema de que el desarrollo de la inteligencia es una consecuencia inevitable del comienzo de la vida hasta afirmaciones menos categóricas que consideran la evolución biológica como una sucesión de pasos críticos, no repetibles e impredecibles, una cadena que puede cortarse por el más mínimo contratiempo. Si adoptamos este último punto de vista, la vida en la Tierra es un fenómeno único, probablemente en toda la galaxia.

EL CRECIMIENTO Y DESARROLLO DE LAS CIVILIZACIONES

Por lo tanto, después de haber organizado una búsqueda sistemática de señales de civilizaciones extraterrestres y de haber procedido a una investigación de los diversos problemas de la exosociología, no saldremos perdiendo incluso si no se detectan señales extraterrestres en un futuro mas o menos próximo.

El beneficio potencial, por otra parte, es difícil de imaginar. La civilización de la Tierra, el único ejemplo conocido de una sociedad de seres inteligentes, ha existido durante un período de tiempo muy breve en la escala de tiempo astronómico, no más de unos pocos milenios.

El intervalo de tiempo accesible para la investigación real es aún más pequeño. Y, sin embargo, el tema principal de la exosociología es el estudio de las civilizaciones a lo largo de todo el lapso de su evolución, que, al menos en principio, puede ser comparable con la escala de tiempo astronómica (millones y miles de millones de años). Es decir, estamos ante una disciplina científica que solo tiene un caso conocido de estudio.

En cualquier caso, parece que sólo se pueden detectar señales de civilizaciones que superan notablemente el nivel de desarrollo de la civilización terrestre. Por tanto, la exosociología debería poder estudiar las supercivilizaciones, es decir, la evolución de sociedades inteligentes a lo largo de períodos de tiempo astronómicos muy largos.

CIVILIZACIONES EXTRATERRESTRES

El estudio de la evolución de sociedades que dominan un planeta entero, como nosotros los humanos, siempre llega a dos tipos de límites

Probablemente el límite más conocido sea la «explosión demográfica», es decir, la conclusión de que la población de la Tierra se volverá infinitamente grande alrededor de un plazo determinado. Otro ejemplo de límite que presenta el dominio de un planeta o civilización planetaria es la explosión de la «energía» o de la «potencia». Los cálculos indican que, hacia el año 2100, la producción de energía en la Tierra alcanzará un nivel tal que la temperatura del planeta aumentará indefinidamente.

Por último, parece que nos encontramos en el umbral de la llamada «explosión de la información», cuando el volumen de información acumulado por la ciencia se tornará infinito por la proliferación de internet, las redes sociales y la escasez de almacenamiento. No hay duda de que ninguna de estas explosiones se producirá realmente, pero no está claro cómo se evitarán los momentos «críticos» y cómo se modificarán las características de crecimiento para impedir la crisis.

A menudo se propone la repoblación de la humanidad en el espacio exterior como remedio universal, y en ese sentido sólo hay que ver la propuesta de Elon Musk de “occupy Mars”. Probablemente se presentará una solución más sencilla cuando llegue el momento oportuno. La resolución satisfactoria de estos límites es, pues, uno de los principales problemas que hay que abordar para predecir el desarrollo futuro de la civilización.

Se propone la siguiente definición de civilización: «Un estado de materia altamente estable capaz de adquisición, análisis abstracto y aplicación de información con el fin de extraer la máxima cantidad de información sobre el medio ambiente y sobre sí mismo y desarrollar reacciones de supervivencia».

Podemos esperar un desarrollo ilimitado de las civilizaciones y una tendencia intrínseca a establecer contacto entre sí. Obsérvese que el establecimiento de contacto con civilizaciones extraterrestres no sólo puede conducir a cambios radicales en nuestros conceptos básicos sobre la sociedad inteligente, por muy «lógicos» que hayan parecido estos conceptos antes del encuentro con la otra civilización, sino que también afectará en gran medida el desarrollo futuro de nuestra propia civilización. Esto será el resultado del «efecto de retroalimentación», a menudo discutido, en particular, en relación con los resultados beneficiosos o perjudiciales de los encuentros «interplanetarios».

Es decir, piénsese por un momento y estamos en un punto muy cercano a ello, en qué sería de nuestra civilización si se opera en ella un encuentro abrupto con una sociedad venida allende las estrellas y cuya tecnología nos pareciera sencillamente magia. Las religiones se vendrían abajo en 24 horas. La autoridad, tanto civil como religiosa sería puesta en entredicho con el peligro que eso conlleva.

Es posible que no existan otras civilizaciones lo suficientemente cercanas al Sol que sean capaces de enviar señales al espacio exterior. Y, sin embargo, la mayoría de los expertos opinan que las supercivilizaciones son bastante abundantes. Sin embargo, solo podremos llegar a conclusiones sólidas después de realizar un programa completo de búsqueda de señales de otras civilizaciones.

SETI

Esta es una de las razones por las que estamos convencidos de que tal programa de búsqueda debe iniciarse inmediatamente. Por cierto, incluso si las civilizaciones extraterrestres no envían señales especiales al espacio, existe la posibilidad de que podamos «interceptar» sus transmisiones internas (emisiones de televisión, por ejemplo). La emisión artificial de radio de la Tierra ha alcanzado ya un nivel de intensidad bastante alto, y la de las supercivilizaciones será mucho mayor.

La combinación de receptores de alta sensibilidad con interferómetros de base grande  probablemente facilitará el problema de la «interceptación» de las transmisiones de civilizaciones extraterrestres.

El primer paso es aparentemente un estudio de radio del cielo con el objetivo de detectar fuentes de radio de dimensiones angulares mínimas. De hecho, las antenas de las supercivilizaciones transmisoras, independientemente de la información particular que transmitan, serán muy pequeñas en comparación con la escala astronómica de distancias. En principio, son posibles sistemas de transmisión de tamaño planetario, pero incluso la escala planetaria es extremadamente pequeña en comparación con el tamaño de otras fuentes de radio en el espacio.

La naturaleza artificial de la posible señal extraterrestre también puede inferirse de las propiedades estadísticas del campo eléctrico de la onda de radio. Sin embargo, el criterio más confiable es el tamaño angular extremadamente pequeño de la fuente. Esto quiere decir, que la señal procedente del espacio candidata a ser una señal extraterrestre debe de venir de un lugar muy definido y no de todas las partes a la vez.

Como el universo es enorme, cuando yo tengo un lugar muy definido enfrente de mis narices, lo puedo abarcar mas o menos con un ángulo de visión de 45º. Pero si ese lugar u objeto definido se aleja ahora hasta distancias interestelares, ese ángulo se hace minúsculo. Si un telescopio quiere abarcar el ancho de un planeta a 100 millones de años luz, tiene que apuntar con mucha precisión. Y ese es el problema. Si en ese planeta no hay nada, sólo hemos descartado una parte infinitesimal de la esfera celeste.

Se acepta generalmente que la idea de comunicación con civilizaciones extraterrestres pasó del dominio de la ciencia ficción al dominio de la ciencia en 1959, cuando Cocconi y Morrison sugirieron que las señales de civilizaciones extraterrestres deberían buscarse en la longitud de onda estándar natural, la línea de radio de 21 cm de la estructura hiperfina del hidrógeno atómico. Esta sugerencia naturalmente encontró cierta oposición; En particular, se ha señalado que el medio interestelar es muy absorbente en esta longitud de onda, por lo que probablemente se deberían utilizar los armónicos superiores de la línea de 21 cm. Sin embargo, existen otras ondas naturales.

El razonamiento que hay detrás de esto es que esa línea de radio, sería la mas frecuente o “natural” y una civilización inteligente la usaría como mensaje para decir, eh, que los que emitimos esto somos seres inteligentes.

 El 6 de agosto de 1967, se descubrieron los llamados «púlsares», fuentes de radio pulsantes con una periodicidad notablemente regular de repetición de pulsos en un espectro continuo, y atrajeron en su día una considerable atención. Las observaciones de los púlsares en los primeros meses posteriores a su descubrimiento estuvieron estrechamente vinculadas con el problema de la búsqueda de señales de civilizaciones extraterrestres.

Hoy sabemos que Un púlsar es un tipo de estrella de neutrones que emite radiación electromagnética en pulsos regulares. Estas emisiones se producen porque el púlsar gira rápidamente y tiene un campo magnético extremadamente intenso. Los pulsos se detectan como señales periódicas de radio, luz visible, rayos X o rayos gamma.

Aparte de la periodicidad estricta, los púlsares no muestran nada que apoye la hipótesis de un origen artificial. Esta hipótesis sobrevivió sólo unos meses. A finales de 1968, se habían descubierto 27 púlsares con períodos que oscilaban entre 300 y 3 segundos. Las propiedades de los púlsares resultaron ser sumamente interesantes y muy inusuales.

Con esto queremos decir, que existen avances científicos que quizá no se hayan producido aún. Hasta hace poco las ondas gravitacionales eran sólo algo teórico. Nadie las había detectado.

El descubrimiento de las ondas gravitacionales marcó un hito en la física moderna y la astronomía. Estas ondas, predichas por Albert Einstein en su teoría general de la relatividad en 1915, son perturbaciones en el tejido del espacio-tiempo causadas por eventos cósmicos extremadamente violentos, como la colisión de agujeros negros o estrellas de neutrones.

El primer registro directo de ondas gravitacionales ocurrió el 14 de septiembre de 2015 y fue anunciado por el equipo de LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory) el 11 de febrero de 2016. Las ondas detectadas provinieron de la fusión de dos agujeros negros a unos 1,300 millones de años luz de distancia. Este evento fue designado como GW150914.

El descubrimiento confirmó una predicción clave de la relatividad general, abriendo una nueva era en la astronomía: la posibilidad de observar el universo a través de ondas gravitacionales, complementando las observaciones tradicionales basadas en la luz. El logro fue reconocido con el Premio Nobel de Física en 2017, otorgado a Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne, principales impulsores del proyecto LIGO.

DESCODIFICACIÓN DE MENSAJES DESCONOCIDOS

Vamos a suponer que hemos captado algún tipo de señal, que hemos podido grabar exitosamente la información y que además sabemos con certeza que es una señal artificial.

Nos encontramos ahora con el problema de entender o descodificar lo que se dice en esa señal. No tiene ningún sentido intentar adivinar ahora si se tratará de imágenes de televisión (el lenguaje más comprensible, al menos desde nuestro punto de vista) o de mensajes basados en los principios de la lógica formal, afines al famoso lenguaje LINCOS, o quizás de algo completamente distinto.

Sin embargo, parece que estamos maduros para una formulación precisa de ciertos problemas básicos relacionados con la descodificación de mensajes desconocidos.

Por supuesto, existe la posibilidad de que las señales de civilizaciones extraterrestres contengan la clave para la descodificación del mensaje transmitido.

Esta idea abre amplios horizontes para diversas suposiciones y especulaciones. El método de descodificación que se usa en estos casos equivale esencialmente a lo que se conoce en física como el método de construcción de funciones de correlación o funciones de calidad para los mensajes.

En efecto, existen ciertas reglas de combinación para las consonantes y las vocales, para las palabras que pertenecen a diferentes clases gramaticales, y las funciones de correlación construidas para los diferentes símbolos del mensaje recibido proporcionan, por tanto, cierta información de identificación sobre estos símbolos.

Si el mensaje incluye los elementos de escaneo de una imagen, la función de correlación permite reconstruir las líneas sucesivas y, a continuación, la imagen completa. Este procedimiento de descodificación implica, naturalmente, un gran volumen de cálculos y, por tanto, debe ser gestionado por ordenadores. El problema de la descodificación se reduce, pues, a la construcción de un algoritmo para el cálculo de funciones de correlación y su comparación con ciertos criterios (del tipo del criterio de entropía) que permiten seleccionar la mejor solución (la entropía de las distribuciones ordenadas es mínima).

Además, es evidente que, puesto que el procedimiento de descodificación se basa en un tratamiento estadístico, se necesita una muestra suficientemente grande, es decir, un mensaje suficientemente largo, para que la descodificación resulte eficaz en casos complejos.

Sin embargo, a pesar de los sofisticados algoritmos, todavía estamos muy lejos de la decodificación completa de textos largos en un idioma desconocido. Sin embargo, los principios han cristalizado, y el resto es una cuestión técnica.

Y esto, tiene mucha relación con la TCI, puesto que en Transcomunicación Instrumental estamos comunicando con entidades que si bien, mayoritariamente, hablan en nuestro idioma, puede que haya códigos ocultos en su manera de manifestarse o bien alguna vez emitan mensajes en lenguajes desconocidos.

En la Iglesia Católica y algunas obediencias protestantes, se ha dado el caso de la famosa “oración en lenguas”. En este tipo de oración, el orante, que puede ser una laico o un sacerdote, empieza a orar en un idioma no terrestre y que é mismo desconoce. Se supone que es el lenguaje en el que hablan los espíritus ya sean caídos o no. El lenguaje enoquiano descrito por el mago John Dee entraría dentro de esta categoría de lenguajes revelados de los que desconocemos todo.

CONCLUSIÓN

El problema de detectar civilizaciones extraterrestres a través de la inmensidad del espacio es un problema estrictamente científico. Es decir, hay que saber mucha astronomía, mucha física, mucha química, mucha biología y razonar de una forma cartesiana. Aún con todo, y a pesar de que SETI empezó en los 60, no hemos descubierto absolutamente nada.

Escribo este opúsculo en diciembre de 2024 y lo que parece es que los aliens nos han encontrado a nosotros. Ahora mismo hay una oleada de UAP’s en USA que reconoce el propio gobierno de aquel país y que dice no saber el origen. Sólo quiero que reflexionéis en éstas últimas palabras: “el gobierno USA reconoce el fenómeno, pero no sabe que es”. Eso sí, dicen que “no hay por qué preocuparse”.

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