NUESTRO LADO OSCURO, LA SOMBRA PERSONAL
«Si existe una forma de ser mejor consiste en verlo todo del peor modo posible.»
THOMAS HARDY
El trabajo con la sombra nos obliga a iluminar los rincones más oscuros de nuestra mente, allí donde escondemos nuestros secretos más vergonzosos y amordazamos nuestros impulsos más violentos. Para trabajar con la sombra debemos estar dispuestos a examinar sinceramente lo que ocurre con ese amante que nos seduce y a quien idealizamos, con ese individuo que tanto nos exaspera y nos irrita, con ese grupo religioso o étnico que nos aterra o nos cautiva. Trabajar con la sombra supone, en fin, estar dispuestos a iniciar un diálogo interno que puede fomentar nuestra propia aceptación y despertar una compasión real por todos nuestros semejantes.
En una carta escrita en 1937, Jung decía que trabajar con la sombra «no es más que una actitud. Uno debe comenzar aceptando y tomando seriamente en cuenta la existencia de la sombra, luego debe percatarse de sus cualidades y sus intenciones y, por último, debe afrontar la inevitable y laboriosa tarea de negociar con ella». Hay ciertas situaciones —como la traición de un ser querido, la mentira de un amigo íntimo, el desencanto de alguien a quien admirábamos o la agresión de un extraño, por ejemplo— que nos ayudan a dar el primer paso, es decir, a reconocer que la oscuridad subyace en el fondo del corazón de cada ser humano. Lo cierto es que, en cualquiera de los casos, el descubrimiento de la sombra nos despoja de nuestra inocencia.
Se puede desarrollar este tema, leyendo este libro