Fátima y la visión del infierno
Discurso pronunciado por el Padre Marcel Nault en la Conferencia Mundial de Paz de Obispos Católicos, en Fátima, Portugal, en el año 1992.
Nuestro Señor Jesucristo vino a la tierra por un motivo, para salvar a las almas del Infierno. Enseñar la realidad del Infierno es la tarea mas importante e ineludible de la Santa Iglesia Católica. Uno de los grandes Padres de la Iglesia, San Juan Crisóstomo, continuamente enseñaba que Nuestro Señor Jesucristo predicaba con mas frecuencia sobre el Infierno que sobre el Cielo. Algunos piensan que es mejor predicar sobre el Cielo. No estoy en acuerdo. Predicar sobre el Infierno produce muchas mas y mejores conversiones que las obtenidas con la mera predicación sobre el Cielo.
San Benito, el fundador de los Benedictinos, al estar viviendo en Roma el Espíritu Santo le dijo: “Tu vas a perder tu alma en Roma e iras al Infierno”. Él dejo Roma y se retiro a vivir en el silencio y la solicitud fuera de Roma para meditar sobre la vida de Jesús y el Santo Evangelio. San Benito huyo de todas esas ocasiones de pecado de la Roma pagana. Él oro, se sacrifico por si mismo y por los pecadores. El Espíritu Santo difundió la noticia de su santidad. Como resultado, la gente lo visitaba para ver, escuchar y seguir su ejemplo y consejo. San Benito se aparto por si mismo de toda ocasión de pecado y alcanzo la santidad. La Santidad atrae a las almas.
¿Por que piensan que San Agustín cambio su vida? ¡Por temor al Infierno! Yo predico con frecuencia sobre la trágica realidad del Infierno. Es un dogma católico que sacerdotes y obispos ya no predican mas. El Papa Pio IX, que pronuncio los dogmas de la Infalibilidad del Papa y el de la Inmaculada Concepción de Maria, y que también emitió su famoso Silabo condenatorio contra los errores y herejías del mundo moderno, solía pedir a los predicadores que enseñaran a los fieles con mayor frecuencia sobre las Cuatro Postrimerías, en especial sobre el Infierno, así como el mismo daba ejemplo predicando. El Papa pidió esto porque la meditación sobre el Infierno genera santos.
Los santos temen al Infierno
Aquí nos encontramos con algo curioso, los santos temen ir al Infierno pero los pecadores no sienten tal temor. San Francisco de Sales, San Alfonso Maria Ligorio, el Santo Cura de Ars, Santa Teresa de Ávila, Santa Teresita del Niño Jesús, tuvieron miedo de ir al Infierno. San Simón Stock, el Superior General del Carmelo, sabia que sus monjes tenían miedo de ir al Infierno. Sus monjes ayunaban y hacían oración. Vivian recluidos, separados del peligroso mundo dominado por Satanás. Aun así tenían miedo de ir al Infierno. En 1251, Nuestra Señora del Monte Carmelo se apareció en Aylesford, Inglaterra, a San Simón Stock. Ella le dijo: “No teman mas, te entrego una vestidura especial; todo el que muera llevando esta vestidura no ira al Infierno”. Yo llevo puesto mi Escapulario del Carmen bajo mis vestiduras y llevo otro en mi bolsillo porque nunca se cuando la gente me pedirá que les hable sobre el Infierno o el Escapulario del Carmen.
Maria dijo al sacerdote dominico, el beato Alan de la Roche, “Yo vendré y salvare al mundo a través de Mi Rosario y Mi Escapulario”. Uno no puede especializarse en todo y enseñar sobre todo; uno debe elegir. Yo creo que esta es la voluntad de Dios: que yo predique sobre el Infierno. Un Monseñor, mi superior hace tiempo, me dijo en una ocasión: “Predicas con demasiada frecuencia sobre el Infierno y eso asusta a la gente”. Él agrego: “Marcel, yo nunca he predicado sobre el Infierno, porque a la gente no le gusta. Tu los asustas”. En un tono muy amistoso, Monseñor me dijo en su oficina: “Marcel, yo nunca he predicado sobre el Infierno y nunca lo hare, y mira que agradable y prestigiada posición he alcanzado”. Yo guarde un largo silencio, luego lo mire a los ojos. “Monseñor”, le dije, “usted esta en la vía del Infierno para toda la eternidad. Monseñor, usted predica para complacer al hombre, en lugar de predicar para complacer a Cristo y salvar a las almas del Infierno. Monseñor, es un pecado mortal de omisión el rehusarse a enseñar el Dogma Católico sobre el Infierno”. Cuando Dios envió Profetas en el Antiguo Testamento, fue para recordarle al hombre que regresara a la verdad, que regresara a la santidad.
Jesús vino, predico y envió a sus Apóstoles al mundo para predicar el Santo Evangelio. La Serpiente vino y difundi´p su veneno a través de herejías, pero Jesús envió a su Amadísima Madre, la Reina de los Profetas: “Ve a la tierra y destruye las herejías”. Los Padres de la Iglesia han escrito que la Madre de Dios es el martillo de las herejías. Si se toman el tiempo de estudiar con gran atención el mensaje de Nuestra Señora de Fátima, notaran que es un mensaje de lo mas trágico y profundo, que refleja las enseñanzas del Santo Evangelio.
Las Lecciones dadas en Fátima
El resumen del Mensaje de Fátima es, que el Infierno existe. Que el Infierno es eterno y que iremos ahí si morimos en estado de pecado mortal. “¿De que le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” Nuestra Señora vino y nos dijo que podemos salvarnos a través de sus dos divinos sacramentos de predestinación: el Santo Rosario y el Escapulario del Carmen. También manifiesta un énfasis especial sobre la Devoción a su Inmaculado Corazón y la Devoción de los Primeros Cinco Sábados. En la primera aparición del Ángel de Portugal en el Cabezo, en mayo de 1916, el Ángel vino a los tres niños y les mostro como adorar a Dios con la oración:
“Dios mío, yo creo, adoro, espero y Te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni adoran, ni esperan y no Te aman”. El Ángel oro esta oración mientras se postraba con la frente en el suelo. El Ángel de Fátima les había mostrado a los tres niños en el orden de las oraciones, que es lo primero. Primero, uno debe adorar a Dios y después orar a los santos. Primero Dios, las criaturas después. El Ángel de Fátima mostro al hombre que debe adorar a Dios y orar ante Él de rodillas. Cuanto mas conoce el hombre a Dios, mas se humilla ante Dios su Creador.
El gran Obispo francés Bossuet dijo: “El hombre en verdad se engrandece cuando esta de rodillas”. Si, el hombre realmente se engrandece cuando se arrodilla ante su Creador y Redentor, Jesús, en el Santísimo Sacramento. El Ángel de Fátima vino a enseñarles a los tres niños que nuestro primer deber, de acuerdo con el Primer Mandamiento, es adorar a Dios. En su tercera aparición en el Cabezo, el Ángel de Portugal vino con un Cáliz en su mano izquierda y una Hostia en la mano derecha. Los niños se preguntaban que estaba pasando. El Ángel milagrosamente suspendió el Cáliz y la Hostia en el aire y se postro en tierra y recito una oración Trinitaria de profunda adoración: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te adoro profundamente y Te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de todas las ofensas, sacrilegios, abandonos e indiferencias con Él mismo es ofendido y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y por la intercesión del Inmaculado Corazón de Maria, Te pido la conversión de los pobres pecadores”.
Dios desea que Le adoremos de rodillas. ¿Nos arrodillamos en adoración y oración ante Jesús en el Santísimo Sacramento? Debemos hacerlo. Cuando los tres Reyes Magos de Oriente fueron a Belen y entraron en donde estaba el Niño Jesús, se postraron frente a Él para adorarlo de rodillas. Tenemos este ejemplo en las Escrituras y del Ángel de Fátima, que Dios quiere que Le adoremos de rodillas.
El Reforzamiento de los Dogmas Católicos
Un año mas tarde, el 13 de mayo de 1917, los niños vieron a una jovencita aparecerse ante ellos. Era la primera aparición de Nuestra Señora. Lucia le pregunto: “¿De donde vienes?” Ella le contesto: “Vengo del Cielo”. El Dogma Católico de la existencia del Cielo. Los niños preguntaron: “¿Iremos al Cielo?” Ella contesto: “Si, irán al Cielo”. Entonces preguntaron: “¿Nuestras dos amiguitas están en el Cielo?” Maria les contesto: “Una de ellas, si”. Los niños preguntaron: “¿Donde esta la otra chica? ¿Esta en el Cielo?” Maria les contesto: “Ella esta en el Purgatorio y lo estará hasta el fin del mundo”. Esta chica tenia unos 18 años de edad. Un segundo Dogma Católico, el Purgatorio existe y prevalecerá hasta el fin de este mundo. La Madre de Dios no puede mentir. El Ángel de Fátima enseño a los tres niños como adorar a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Este es un reforzamiento del Dogma de la Santísima Trinidad, el mayor de todos, sin el cual la Cristiandad no podría permanecer. Debemos adorar a las Tres personas de la Santísima Trinidad.
Una Visión del Infierno
El viernes 13 de julio de 1917, Nuestra Señora se apareció en Fátima y les hablo a los tres pequeños videntes. Nuestra Señora nunca sonrió. ¿Cómo podía sonreír, si en ese día les iba a dar a los niños la visión del Infierno? Ella dijo: “Oren, oren mucho porque muchas almas se van al Infierno”. Nuestra Señora extendió sus manos y de repente los niños vieron un agujero en el suelo. Ese agujero, decía Lucia, era como un mar de fuego en el que se veían almas con forma humana, hombres y mujeres, consumiéndose en el fuego, gritando y llorando desconsoladamente. Lucia decía que los demonios tenían un aspecto horrible como de animales desconocidos. Los niños estaban tan horrorizados que Lucia grito. Ella estaba tan atemorizada que pensó que moriría. Maria dijo a los niños: “Ustedes han visto el Infierno a donde los pecadores van cuando no se arrepienten”.
Un Dogma Católico mas, la existencia del Infierno. El Infierno es eterno. Nuestra Señora dijo: “Cada vez que recen el Rosario, digan después de cada década: Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las mas necesitadas de Tu misericordia”. Maria vino a Fátima como profeta del Altísimo para salvar a las almas del Infierno. El patrono de todos los pastores, San Juan Maria Vianney, solía predicar que el mayor acto de caridad hacia el prójimo era salvar su alma del Infierno. Y el segundo acto de caridad es el aliviar y librar a las almas de los sufrimientos del Purgatorio. Un día en su pequeña iglesia (donde hasta este día se conserva su cuerpo incorrupto), un hombre poseído por el demonio se le acerco a San Juan Maria Vianney y le dijo: “Te odio, te odio porque arrebataste de mis manos a 85 mil almas”. Eminencias, Excelencias, Sacerdotes, cuando seamos juzgados por Jesús, Jesús nos hará una sola pregunta: “Yo te constituí Sacerdote, Obispo, Cardenal, Papa, ¿cuántas almas salvaste del Infierno? San Francisco de Sales, de acuerdo con estadísticas, ha convertido, y probablemente salvado, a mas de 75 mil herejes. ¿Cuántas almas has salvado tu? Cuando leemos a los Padres de la Iglesia, a los Doctores de la Iglesia y a los santos, uno se estremece ante una realidad: todos ellos enseñaron el Evangelio de Jesús y sobre las Cuatro Postrimerías: Muerte, Juicio, Infierno y Paraíso. Todos han predicado el Dogma Católico del Infierno porque cuando meditamos en el destino de los condenados, no deseamos ir al Infierno. No es mi intención criticar a los Obispos, pero debo confesar esta verdad. En mis 30 años de sacerdocio, es triste reconocer que nunca he visto, ni escuchado, que un Obispo, aun mi Obispo o cualquier otro Obispo, predique el Dogma de la Iglesia Católica Romana sobre el Infierno. Supongo que en sus países o en otros lugares si lo hacen, pero en Norteamérica no es predicado este Dogma de Fe.
Cierto día en una catedral le dije a un Obispo: “Su Excelencia, usted realiza bellas meditaciones sobre el Santo Rosario cada noche por la radio. Esto es hermoso. Pero debo preguntarle, por que no abrevia un poco su meditación e inserta después de cada decena del Rosario la oración: ‘Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las mas necesitadas de Tu misericordia’. ¿Por que se rehúsa decir esta pequeña oración después de cada decena, tal como lo pidió Nuestra Señora de Fátima el 13 de julio de 1917, después de que les había mostrado el Infierno a los tres videntes?” El Obispo me dijo: “Mire, a la gente no le gusta que prediquemos sobre el Infierno, la palabra Infierno les asusta. ”No estamos para predicar lo que complazca a las multitudes sino para salvar sus almas del Infierno, para evitar que vayan al Infierno eternamente. Es probable que esta afirmación no sea aceptada por todos los Obispos pero con frecuencia los oigo rezar el Rosario omitiendo esta oración piadosa para salvar almas del Infierno.
Algunas almas que están en el Infierno han sido obligadas por Dios a hablarnos para ayudarnos a crecer en nuestra fe. Constituye un pecado mortal de omisión el rehusarse a predicar el Dogma Católico sobre el Infierno. Tales almas condenadas han dicho: ”Podríamos soportar estar en el Infierno por mil años. Podríamos soportar estar en el Infierno un millón de años, si supiéramos que un día dejaríamos el Infierno”. Amigos míos, debemos meditar, no solo en el fuego del Infierno, no solo en la privación de contemplación de Dios, sino también en la eternidad del Infierno.
Un sacerdote en una conferencia carismática dijo a una multitud de unas 3 mil personas y unos 100 sacerdotes que: “Dios es amor, Dios es misericordia y verán su infinita Misericordia en el fin del mundo, cuando Jesús liberara a todas las almas del Infierno, aun a los demonios”. Este sacerdote sigue predicando y su Obispo no suspende sus facultades por enseñar tal herejía. “Vayan al fuego eterno”, dijo Jesús. Fuego eterno, no fuego temporal. Con mi limitada inteligencia humana me atrevo a hacer una pequeña reflexión filosófica: “Dios es amor. Dios es Nuestro Padre. ¿Cómo puede un padre, ¡por amor de Dios!, tomar al pequeño Pedro y arrojarlo a un horno ardiente? Es imposible. Es un insulto a Dios, que Es amor”. ¿Cuántas veces han escuchado esto? La verdad, sin embargo, es que el Infierno existe. El Infierno es eterno, y todos iremos al Infierno si morimos en estado de pecado mortal. Yo puedo ir al Infierno. Ustedes pueden ir al Infierno. Si algunos de nosotros morimos en pecado mortal, estaremos en el Infierno por toda la eternidad, ardiendo, llorando y gritando sin consuelo. No por un millón de años, sino por billones y billones y billones de años y mas allá, por toda la eternidad.
En nuestra vida mortal, ¿quién no ha cometido un pecado mortal? Un solo pecado mortal no confesado con arrepentimiento, antes de morir, es suficiente para que Jesús nos arroje al Infierno. Uno de los grandes Padres de la Iglesia, Patrón de todos los predicadores católicos, San Juan Crisóstomo dijo: “Pocos Obispos se salvan y muchos sacerdotes se condenan”.
Un Gran Acto de Caridad
Nadie tiene la seguridad de ir al Cielo a menos que haya recibido una revelación privada de Dios como le ocurrió al Buen Ladrón en la cruz o a los tres videntes de Fátima. ¿Por que no abrazar los medios seguros que el Cielo nos ha dado, el Santo Rosario (“la devoción a Mi Rosario es un signo seguro de predestinación”), el Escapulario del Carmen y el maravilloso Sacramento de la Confesión.
Como mencione anteriormente, en mis treinta años de sacerdocio, nunca he escuchado a un Obispo predicar sobre el Infierno. Cuando deseo encontrar un sermón sobre el Infierno, me veo obligado a leer a San Juan Crisóstomo, a los Padres de la Iglesia, a los Doctores de la Iglesia y a los santos predicadores. Queridos Obispos, por favor, prediquen sobre el Infierno como lo hizo Jesús, Nuestra Señora de Fátima, los Padres y los Doctores de la Iglesia y salvaran a muchas almas. Quien salva a un alma, salva a su propia alma. Predicar sobre el Infierno es un gran acto de caridad porque quienes los escuchan creerán por la autoridad que les confiere la Iglesia. Estas personas rectificaran su modo de vivir y harán una santa confesión de sus pecados.
El Vestido de Gracia
La gente con frecuencia me pregunta: “¿Por que, Padre, es que ya no se predica sobre el Escapulario del Carmen? En el pasado recibíamos el Escapulario en nuestra Primera Comunión, pero ahora ya no hay mas bendiciones e imposiciones del Escapulario del Carmen. ¿El Escapulario del Carmen sigue siendo valido como en el pasado?” Si, el Escapulario del Carmen es valido en estos tiempos también, esta verdad no ha cambiado. El sábado 13 de octubre de 1917, durante el Milagro del Sol en Fátima, la Virgen Maria apareció ante los tres videntes sosteniendo el Escapulario del Carmen en una de sus manos. La hermana Sor Lucia dijo: “El Rosario y el Escapulario del Carmen son inseparables”. ¿Por que entonces los sacerdotes ya no predican sobre el Escapulario del Carmen? ¿Cómo podrían hacerlo si deliberadamente rehúsan predicar sobre el Infierno? Si nunca predican sobre el Infierno, la gente no creerá en el Infierno y por tal motivo, ¿cuál seria el objeto de recibir y llevar consigo el Escapulario del Carmen?
Jesús dijo: “Si tienen fe, moverán montañas”. Si tienen fe, convertirán las almas con la gracia de Dios. Si predican sobre el Infierno con fe, la gente creerá en el Infierno. San Pablo dijo a sus discípulos: “Prediquen con convicción”. Solo pronunciar o leer una homilía en una iglesia no es predicar. La predicación debe buscar mover las voluntades; la predicación debe motivar a los hombres a cambiar sus vidas para salvar sus almas del Infierno.
La Deserción Sacerdotal
Hay cuatro razones principales por las que 75 mil sacerdotes han abandonado el sacerdocio:
1) Porque se han negado a orar cada día.
2) Porque no evitaron las ocasiones de pecado y olvidaron que la prudencia es la ciencia de los santos.
3) Porque no tuvieron la humildad y el valor para hacer confesiones santas y completas. Jesús dijo: “Sin Mi, nada pueden realizar.”
4) Porque vivían en pecado mortal y continuaban celebrando. Si un sacerdote esta en estado de pecado mortal y celebra la Santa Misa, es una Misa sacrílega para el. Cuando recibe la Comunión en este estado, realiza una Comunión sacrílega. Entonces, ¿cómo puede un sacerdote en estado de pecado mortal predicar bajo la inspiración y la fuerza del Espíritu Santo? ¿Cómo puede predicar si esta endemoniado? Sacerdotes, vayan y hagan una santa confesión y se volverán en excelentes predicadores. El Espíritu Santo les hablara a ustedes y por medio de ustedes, y salvaran a miles de almas de ir al Infierno. Un día, el Santo Cura de Ars recibió la visita de un joven sacerdote de una parroquia cercana. Este sacerdote tenia gran interés de conocer personalmente al Cura de Ars. Después del almuerzo, el Cura de Ars le dijo: “¿Serias tan amable de escuchar mi confesión?” El joven sacerdote por poco se cae de su silla ante la suplica del Cura de Ars de escuchar la confesión de este admirable sacerdote con fama de santidad. ¡Los Santos se confiesan! Y los que se confiesan se vuelven Santos.
Finalmente, Nuestra Señora de Fátima dijo: “Oren, oren mucho y hagan muchos sacrificios porque muchas almas se van al Infierno porque no hay quien ore ni se sacrifique por ellas”. Oremos continua y diariamente la oración que Ella nos enseño: “Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las mas necesitadas de Tu misericordia”.
Visión del infierno de Santa Faustina Kowalska, según lo escribió en su diario:
«Hoy, fui llevada por un ángel a las profundidades del infierno. Es un lugar de gran tortura; ¡qué imponentemente grande y extenso es! Los tipos de torturas que vi: la primera que constituye el infierno es la pérdida de Dios; la segunda es el eterno remordimiento de conciencia; la tercera es que la condición de uno nunca cambiará; (160) la cuarta es el fuego que penetra el alma sin destruirla; es un sufrimiento terrible, ya que es un fuego completamente espiritual, encendido por el enojo de Dios; la quinta tortura es la continua oscuridad y un terrible olor sofocante y, a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los condenados se ven unos a otros y ven todo el mal, el propio y el del resto; la sexta tortura es la compañía constante de Satanás; la séptima es la horrible desesperación, el odio de Dios, las palabras viles, maldiciones y blasfemias. Éstas son las torturas sufridas por todos los condenado juntos, pero ése no es el extremo de los sufrimientos. Hay torturas especiales destinadas para las almas particulares. Éstos son los tormentos de los sentidos. Cada alma padece sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados con la forma en que ha pecado. Hay cavernas y hoyos de tortura donde una forma de agonía difiere de otra. Yo me habría muerto ante la visión de estas torturas si la omnipotencia de Dios no me hubiera sostenido.
Debe el pecador saber que será torturado por toda la eternidad, en esos sentidos que suele usar para pecar. (161) Estoy escribiendo esto por orden de Dios, para que ninguna alma pueda encontrar una excusa diciendo que no hay ningún infierno, o que nadie ha estado allí, y que por lo tanto nadie puede decir cómo es. Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del infierno para que pudiera hablar a las almas sobre él y para testificar sobre su existencia. No puedo hablar ahora sobre él; pero he recibido una orden de Dios de dejarlo por escrito. Los demonios estaban llenos de odio hacia mí, pero tuvieron que obedecerme por orden de Dios. Lo que he escrito es una sombra pálida de las cosas que vi. Pero noté una cosa: que la mayoría de las almas que están allí son de aquéllos que descreyeron que hay un infierno. Cuando regresé, apenas podía recuperarme del miedo. ¡Cuán terriblemente sufren las almas allí! Por consiguiente, oro aun más fervorosamente por la conversión de los pecadores. Suplico continuamente por la misericordia de Dios sobre ellos.
Oh mi Jesús, preferiría estar en agonía hasta el fin del mundo, entre los mayores sufrimientos, antes que ofenderte con el menor de los pecados».
2 Comments
Vaya tema!!! Todo muy cuestionable…
Sin duda. Ten en cuenta que es un cura el que habla