La sanación física y espiritual – cuento de Yamir

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Soltar el pasado, dejar puestos de trabajo estresantes o relaciones inadecuadas, son acciones que sostienen la energía del cuerpo. Incluso el proceso de morir, al que todos nos enfrentaremos, puede convertirse en un acto de sanación de viejas heridas que son liberadas resolviendo asuntos pendientes con los seres queridos.
Anoche recibí un nuevo correo electrónico desde Calcuta. Mi corresponsal allí, que se llama Yamir, me envía un cuento/enseñanza sobre la sanación, sobre el proceso de curación física y espiritual de las personas
 
Érase una vez, en la ciudad india de Benarés, un médico budista muy intuitivo que se preguntaba si habría alguna causa profunda de por qué ciertas personas no se curaban de su enfermedad. Estudiando éste problema tuvo una perspectiva única y una revelación.
 
Él solía pensar que todo el mundo quería ser sanado, lo cual es lógico. Y llegó a la conclusión de que “La sanación es muy poco atractiva”. Los impedimentos para la curación incluyen renunciar a vivir en el pasado, dejar de ser víctima, y el miedo al cambio.
 
Dirigir el pensamiento y la energía hacia el pasado desvía la fuerza vital de las células y los órganos que necesitan esa energía para funcionar y sanar. Es decir, el pasado pesa mucho sobre nosotros. Todos lo hemos experimentado.
 
La curación requiere vivir en el presente, recuperando la energía de los traumas y heridas del pasado. Dice que la única razón para alimentar y mantener vivo el pasado es a causa de la amargura de lo que pasó. Es lo que en occidente llamamos lamerse la herida.
 
Negarse a perdonar un evento o a una persona del pasado produce fugas energéticas del cuerpo. El perdón sana estas filtraciones. El perdón no tiene nada que ver con no culpar a otros por las heridas que causaron.
Tiene más que ver con “liberarnos de la percepción de víctima”. Esto es algo fundamental. La autocompasión y el victimismo son peores que las larvas astrales.
 
Cuando podemos ver un acto doloroso como parte del proceso de la vida, como un mensaje o un desafío en lugar de una traición personal, la energía vital fluye de vuelta a los circuitos de energía del cuerpo físico.
Las personas no se curan porque no se han liberado de la ilusión de ser víctima. 
 
Con demasiada frecuencia, la gente obtiene poder con sus heridas porque han encontrado que suscita el apoyo de otros. Las heridas se convierten en un medio de manipular y controlar a los demás. Estos enfermos se convierten en adictos a la compasión de otros.
 
Generalmente, la recuperación requiere hacer cambios en el estilo de vida, medio ambiente, y relaciones. El cambio puede ser aterrador. Es fácil mantenerse en un compás de espera, alegando que uno no sabe qué hacer, pero rara vez es cierto. Cuando estamos en un compás de espera, es porque sabemos exactamente lo que debemos hacer, pero estamos aterrorizados para actuar en consecuencia…El miedo paraliza.
 
El cambio es alarmante, y la espera da sensación de seguridad, cuando la única manera de adquirir ese sentimiento de seguridad es entrar en el torbellino de los cambios y salir por otro lado, sentirse vivo otra vez.
La sanación requiere acción. Comer adecuadamente, hacer ejercicio diario, tomar el medicamento adecuado, genera cambios saludables en el físico.
 
Soltar el pasado, dejar puestos de trabajo estresantes o relaciones inadecuadas, son acciones que sostienen la energía del cuerpo. Incluso el proceso de morir, al que todos nos enfrentaremos, puede convertirse en un acto de sanación de viejas heridas que son liberadas resolviendo asuntos pendientes con los seres queridos.

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