El materialismo como esclavitud

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Te hablaré de la prisión más superpoblada del mundo. Los internos se hacinan en celdas estrechas, incómodas y oscuras. Los internos trabajan mucho y comen mal. Sus muros están desnudos y sus literas son duras. La condena es de cadena perpetua Ninguna cárcel está tan superpoblada; ninguna es tan opresiva, y lo peor, ninguna prisión es tan permanente. La mayoría de los internos jamás salen. Nadie se puede fugar. Nunca logran la libertad. Tienen que cumplir una sentencia de por vida en este centro superpoblado y desabastecido. ¿El nombre de la prisión? N-E-C-E-S-I-D-A-D

Te hablaré de la prisión más superpoblada del mundo. Los internos se hacinan en celdas estrechas, incómodas y oscuras.

Los internos trabajan mucho y comen mal. Sus muros están desnudos y sus literas son duras. La condena es de cadena perpetua

Ninguna cárcel está tan superpoblada; ninguna es tan opresiva, y lo peor, ninguna prisión es tan permanente. La mayoría de los internos jamás salen. Nadie se puede fugar. Nunca logran la libertad. Tienen que cumplir una sentencia de por vida en este centro superpoblado y desabastecido.

¿El nombre de la prisión?

N-E-C-E-S-I-D-A-D

La prisión de la necesidad. Ha visto sus prisioneros. Tienen «necesidad». Siempre necesitan algo. Quieren algo más grande. Más hermoso. Más rápido. Más delgado.

Necesitan.

No es mucho lo que necesitan. Sólo quieren una cosa. Un nuevo trabajo. Un nuevo automóvil. Una nueva casa. Una nueva mujer (u hombre). No quieren mucho. Sólo una cosa. Con sólo «una cosa» serán felices. Y tienen razón: serán felices. Cuando tengan «una cosa» saldrán de la prisión. Entonces sucede algo. El olor a coche nuevo se desvanece. El nuevo empleo aburre. Los vecinos compran un televisor más grande. La nueva esposa tiene malos hábitos.

Y de nuevo, otro expresidiario reincide y regresa a la prisión.

¿Estás tu en la prisión? Sí, si te sientes mejor cuando tienes más y peor cuando tienes menos. Sí, si tu felicidad procede de algo que depositas, conduces, bebes, comes o te pones.

Piensa por un momento en lo que tienes. Piensa en la casa que tienes, en el coche que conduces, el dinero que has ahorrado. Piense en las joyas que has heredado y las acciones de tu cartera de valores. Piensa en la ropa que has comprado. Contempla todo lo que has acumulado, y permíteme recordarte dos verdades.

1)     Lo que tienes no es tuyoPregúntale a cualquier médico forense. Pregúntale a cualquier embalsamador. Pregúntale a cualquier director de una funeraria. Nadie se lleva nada consigo. Cuando murió uno de los hombres más ricos de la historia, John D. Rockefeller, le preguntaron a su contable: «¿Cuánto dejó John D?» la respuesta fue:

«Todo».

De todo eso, nada es tuyo. ¿Y sabes algo más acerca de todas esas cosas?

2)     No son tuLo que tu eres nada tiene que ver con la ropa que usas ni con el coche que conduces.

Tienes que ser sincero contigo mismo. ¿Qué cosa específicamente se interpone entre tu y tu felicidad? ¿Cómo llenarías la línea siguiente?:

«Seré feliz cuando__________________».

Cuando adelgace. Cuando ascienda. Cuando me case. Cuando me divorcie. Cuando sea rico.

Con tu respuesta bien en mente, responde a esto. ¿Si tu barco nunca llega, si tu sueño nunca se hace realidad, si tu situación nunca cambia, podrías ser feliz? Si dices que no, estás durmiendo en la fría mazmorra del descontento. Está preso.

 

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