Los orígenes de la magia

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En este post vamos a ver los orígenes de la magia que se pierden en la noche de los tiempos. Se atribuye al Rey Salomón, que reinó 1000 años antes de Cristo, el origen de la magia roja.

San Cipriano fue el mayor mago de todos los tiempos, porque es del único que tenemos referencias ciertas de que practicó con éxito la alta magia. Esto así porque en un momento de su carrera se hizo cristiano y se convirtió en santo, y por lo tanto sus historia se recogió en el relato de la religión dominante que era la cristiana.

Salomón es la clave de la magia post-diluvio. Yo, Cipriano, que le he invocado en mis éxtasis, declaro que la magia que el sabio rey ejercía es la verdadera, y que la verdadera magia no es otra cosa que el principio de la sabiduría. Aquí vemos que san Cipriano identifica a Salomón como el origen histórico (postdiluviano) de la magia.

Hay, sin embargo, dos clases de magia: la negra y la roja. La una, la que ejercen los taumaturgos, dotados por los espíritus del mal de particulares y excepcionales facultades, y la otra, la que ejercen Los verdaderos magos, revelada por Seth; por éste transmitida a Noé; difundida más tarde por toda la Caldea por Abraham; enseñada al sacerdocio egipcio por Joseph;
ordenada por Moisés y practicada por Salomón; oculta bajo símbolos en el Antiguo Testamento; revelada por Jesús a San Juan y contenida bajo figuras hieráticas en el Apocalipsis de este apóstol. Por ejemplo, Simón el mago era un taumaturgo, esto es, alguien capaz de hacer prodigios con la ayuda de espíritus malignos.

Recordemos que los demonios pueden obrar maravillas ante los ojos de los hombres, pero no pueden alterar las leyes de la naturaleza, ni resucitar a los muertos. Pero ojo, pueden engañar a los hombres y hacerles creer que están viendo esas cosas.

La primera ha sido ejercida por los hijos de los hombres, es decir, por los descendientes de Caín, y procede, según la tradición de Henoch, de la rebelión de algunos ángeles, quienes, por un pecado análogo al de Adán, se vieron privados de la gracia. Recordemos que Caín mató a Abel y fue maldito ante los hombres. Adán y Eva engendraron a Seth con posterioridad a ese crimen.

Los que ejercen la taumaturgia o esta clase de magia, son impotentes para evocar a los espíritus de la luz. Esta magia implica el dominio de la fuerza brutal; por eso Hermes Trismegisto, en su Tabla de esmeralda, la representa bajo el emblema de un tigre.

La segunda ha sido ejercida por los hijos de Dios, por los descendientes de Seth, y representa la dulzura de la inteligencia. La ejercen quienes lo mismo tienen imperio sobre el macrocosmo que sobre el microcosmo, porque la voluntad es humanamente omnipotente cuando se arma con las fuerzas vivas de la naturaleza y con las de la sabiduría. La verdadera magia procede de Seth, quien por sus virtudes mereció ser iniciado en ella en el propio Paraiso o, de que sus padres fueron arrojados por el pecado original.

Hermes la pinta bajo el emblema de un buey embozalado a los pies de Adda-Nari, la Isis del pueblo índico. La primera magia representa la rebeldía la segunda la obediencia. Merece la pena detenerse un poco en lo que representa la simbología de Isis, en concreto de la siguiente representación:

¿Queréis que os inicie en los misterios que Isis representa?
En la imagen de Isis observamos que sobre su frente está el signo de la liga o de la generación universal.

A la derecha un tigre se acuesta sobre sus pies: es el hombre malvado e ignorante; a la izquierda está asimismo acurrucado un buey embozalado: es el hombre bueno, el neófito.

Isis permanece en pie entre el malvado y el bueno entre la rebeldía y la obediencia. Tiene cuatro brazos que representan los cuatro elementos, cada uno de los cuales aparecen en sus manos. El fuego está representado por una espada; el aire por una argolla, la tierra por una rama en flor, que
hace las veces de cetro, y el agua por un vaso. Fijaros que son también los instrumentos con los que opera un mago. Un manantial de leche mana de la cabeza de Isis, pasa por delante del buey embozalado, cae a sus pies y circula en derredor por debajo de los del tigre, que no la ve.

La leche de la ciencia no mana para el malvado. Si quiere beberla será menester que la vea, y para verla es preciso que doble la cerviz y la busque. Esto responde al principio de humildad que debe guiar las intenciones del que se inicia en la magia.

Los dos brazos de Isis por la parte del tigre, sostienen el uno la espada y el fuego, el otro el aire y la argolla. El aire es la tempestad. El malvado debe estar mantenido por el fuego y por el hierro el malvado debe llevar la argolla: las tempestades están desencadenadas sobre su cabeza.

La naturaleza está velada por la parte en que se halla el malvado. El malvado no debe saber nada; no debe haber piedad alguna para él.
La naturaleza lleva un collar. Por el lado del buey embozalado, ese collar está compuesto de cabezas humanas; representan la inteligencia que se une a la inteligencia y forman una cadena divina; por el costado del perverso, del tigre, el collar se convierte en cadenas de hierro.

Las cadenas para el malvado, la prisión, la esclavitud, porque el malo es un tigre, está armado, es fuerte, ama la sangre y la matanza, y el buey dulce y útil, debe ser protegido contra él. El tigre mira de soslayo los instrumentos de rigor suspendidos sobre su cabeza, y permanece inmóvil,
huraño e inquieto. Obsérvese que esta extraña simbología y su interpretación recuerda mucho a las cartas del Tarot.

Por la parte del buey embozalado la naturaleza permanece sin velo; para él no existen misterios; para él los dos brazos de Isis sostienen: uno la rama en florescencia; es la abundancia, es la inteligencia que abre su
capullo, es la palma, el cetro, la recompensa; el otro, la copa que Isis aproxima al manantial de donde surge la leche para calmar al buey, para nutrirle. Esta es la imagen de Isis sin velo, el principio básico de la teosofía de madame Blavatsky.

Una serpiente, cuya cabeza está del lado del bueno rodea el cuello de lsis,  es el manantial de la vida la electricidad, el magnetismo, la luz, el gran agente mágico.

Penden de su cuello tres collares en forma de triángulo: son los tres mundos de la Cábala. Por el lado del tigre tiene nueve brazaletes: es el
número del misterio. El buey no tiene más que cinco es el numero de la inteligencia.

Dos serpientes que se miran entre sí rodean el brazo con que Isis sostiene la rama en flor: es el símbolo del equilibrio, de la luz astral, secreto de la vida. Isis todo se lo da al bueno; por darle aun le ofrece la piel del malvado, que lleva en su cintura, por el costado del bueno.

Y toda la moral de esta figura se encuentra resumida por un solo signo: la mano que sostiene la rama en flor hace el signo del esoterismo que recomienda el silencio. Esta interpretación nos introduce con toda claridad en uno de los principios que debe guiar a todo mago u ocultista: saber, osar, callar. Principio del que derivan los dos siguientes lemas:

Esoterismo es lo que debe ocultarse.
Exoterismo es lo que está permitido decir.

Tiene abiertos los tres primeros dedos, que significan en quiromancia la fuerza, el poder, la fatalidad. También es el símbolo de la Trinidad que los sacerdotes exhiben en las misas tradicionales. Oculta el anular y el auricular que representan la ciencia y la luz. Todo ello implica decir a los buenos y a los adeptos: tendréis la fuerza, el poder, con lo cual disminuiréis la fatalidad, cuyo rigor dominaréis a vuestro antojo; pero ocultad al común de los hombres a los malvados y a los faltos de inteligencia, la luz y las ciencias.

Los ángeles rebeldes, iniciados en la alta magia y transmitiendo a hombres vulgares por intermedio de mujeres indiscretas, fueron la causa de que la civilización primitiva se derrumbara y de que los representantes
de Caín se disputaran la posesión del mundo, cuya posesión sólo supo escapársele cuando la tierra fue inundada por el diluvio. El diluvio pues
representa la confusión universal. Esto parece corresponderse con el relato bíblico de la unión de ángeles con las hijas de los hombres (las mujeres indiscretas). Esas uniones tuvieron descendencia, y es la base bíblica que nos dice que hubo seres con el adn modificado cuya existencia entroncaría con la de los héroes de la Grecia clásica. También sirve como base para que determinados autores como Damián Galerón sitúe este hecho como la verdadera naturaleza de los tripulantes de los ovnis. Volveré sobre este tema en futuros artículos.

La alta magia, la verdadera clave de las cábalas dice que la ciencia está reservada a los hombres que son dueños de sus pasiones. En efecto, la casta naturaleza no entrega las llaves de la cámara nupcial a los adúlteros.

Por eso existen y existirán por todos los siglos de los siglos dos clases de hombres: los libres y los esclavos. El hombre nace esclavo de sus pasiones pero se redime por la inteligencia. Entre los que saben alcanzar su libertad y los que no pueden conseguirla la libertad es imposible.

A la razón le toca reinar; a los instintos obedecer.

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